Salvatore Garau, el polémico artista italiano conocido por sus esculturas inmateriales, regresa a la escena del arte con su nueva exposición “CORPO non CORPO”, que se puede visitar del 8 de Abril al 11 de Mayo en el Spazio Roseto, en Corso Garibaldi 95. Sin embargo, su trayectoria no solo está marcada por la innovación, sino también por controversias que han desatado un intenso debate en el mundo del arte.
Garau alcanzó notoriedad internacional tras la venta de sus obras “Io Sono” y “Davanti a te” en 2021, que se adjudicaron por 15.000 y 28.000 euros, respectivamente. No obstante, el artista no solo se ha enfrentado a críticas sobre la esencia de su trabajo, sino también a acusaciones de plagio. En el mismo año, recibió duras críticas por parte de Boyer Tresaco, un autor español que afirmó haber creado y comercializado una escultura invisible años antes de que Garau entrara en escena. Según el abogado de Tresaco, su cliente ha estado exhibiendo esculturas invisibles “desde hace al menos veinte años”, lo que plantea interrogantes sobre la originalidad de las obras de Garau.
A pesar del revuelo, Garau se defiende argumentando que su trabajo no se limita a un vacío, sino que busca explorar la energía y las percepciones que surgen al pensar en lo inmaterial. “No he vendido una nada, sino un vacío”, explica. En su visión, el vacío es un espacio lleno de energía que puede dar lugar a transformaciones significativas, como las partículas que, según el principio de incertidumbre de Heisenberg, pueden existir en múltiples estados.
La controversia alrededor de las esculturas invisibles ha generado una división entre los críticos del arte. Algunos ven la obra de Garau como un intento legítimo de redefinir el arte contemporáneo, mientras que otros sostienen que su enfoque carece de substancia y originalidad. La propia Garau se refiere a su nueva escultura como “la más enigmática y, admito, inquietante”, reafirmando su propósito de empujar los límites de la percepción artística.
Las instrucciones de exhibición de sus esculturas, que deben presentarse en un espacio claro de al menos 150 x 150 cm, reflejan el carácter conceptual de su trabajo. Aunque la iluminación y el control del clima son opcionales, la esencia de la obra es su invisibilidad: el único elemento tangible es el certificado de autenticidad que se entrega al comprador, que documenta las especificaciones de la exhibición.
La primera escultura invisible de Garau, titulada ‘Buda en contemplación’, fue inaugurada en la Piazza della Scala en Milán, a 25 metros de la Gallerie d’Italia, echando a andar un concepto que sigue siendo discutido fervientemente en los círculos artísticos. Mientras las acusaciones de plagio resuenan en el aire, la comunidad del arte observa con atención el desarrollo de esta singular corriente artística que unifica innovación y controversia.