De cuentos, de anécdotas; de intercambio de relatos, memorias, se nutre la sociedad. Se dinamizan las historias. Se redimensionan las tradiciones, los juegos; la mesa con la comida que destella la ternura de la abuela, la ocurrencia de tío, la visita del vecino que le otorga otra mirada al postre con su recomendación venida de otra cultura o de la misma, pero con travesuras y atrevimiento de niños y niñas que entienden mucho de los sabores del amor.
Por eso es que narrar es fundamentalmente un acto de amor. Un brote de personajes con locura de diferentes colores y aventuras que se mueven en el abrazo que te quita el oxígeno para darte vida de por vida, sobre el galope de un cíclope que lleva por dentro un montón de estrellas y las despilfarra en episodios, dilemas, símbolos, disparates, verdades verdaderas que vienen de mentiritas chorreadas de melocotón o chocolate que tenemos que adivinar de dónde viene y, a la final, vienen del corazón de los tequeteques que solo encuentran dormir cuando escuchan cuentos, de esos que escriben los duendes disfrazados de gente con flores en su saliva, canciones en sus zapatos con alas de colibrí tremendo y movimientos caracoleados, según la cinta carmesí de algún juglar que se enamoró de la luna desde la calle 423 de las petunias de la casa de Cecilia, la voz más linda de la cuadra de los cuentacuentos.
DE SUECIA PARA EL MUNDO
La Fiesta de la Narración Oral, con su encanto de día, porque siempre es de día, celebra su existencia cada 20 de marzo. La iniciativa surgió en Suecia, en 1991, y con el pasar de los años se han venido sumando cada vez más países. La festividad de contarte el cuento que te conté contado y cantado como cuentan los cuentacuentos busca afirmar y hacer comprender que la narración oral, crea espacios de cercanía plena, promueve conocimiento, cariño por el entorno, amor por la Naturaleza. Alcanza el reconocimiento, participación y valoración cultural, educativa y formativa; preserva historias y costumbres tradicionales que podrían perderse en este mundo de malabarismo electrónicos y de inteligencia artificial.
Cuando la red escandinava de narración oral, Ratatosk, comenzó por el 2001, los cuentacuentos escandinavos comenzaron a hablar de ello y en 2002 el evento se extendió desde Suecia a Noruega, Dinamarca, Finlandia y Estonia. En 2003, la idea se llevó a Canadá y otros países, a partir de ese momento el evento se comenzó a conocer mundialmente como el Día Internacional de la Narración Oral. En 2004, Francia se unió con el evento Jour Mondial du Conte que tuvo una gran final el día 20 de marzo. Aquel año hubo ventas en veinticinco países de cinco continentes. Aumentando en 2006. En 2007 tuvo lugar el primer concierto de cuenta cuentos en Newfoundland, Canadá. En 2008 Los Países Bajos se unieron con el evento Vertellers in de Aanval: tres mil niños y niñas recibieron la sorpresa de la repentina aparición de cuentacuentos en sus aulas.
En 2009, ya hubo eventos del World Storytelling Day en Europa, Asia, África, América del Norte y América del Sur y Australia. Y el 20 de marzo como Día Internacional de los Cuentacuentos llega al continente latinoamericano. Se sigue celebrando cada año en todo el mundo. Durante el 20 de marzo, tanta gente como sea posible cuenta historias en diferentes idiomas y lugares del mundo, día y noche. Las personas participantes comparten sus eventos, compartiendo a la vez sus historias e inspirándose para poder aprender los unos de otros, creando contactos y relaciones internacionales.
LA MAGIA TAMBIÉN ESTÁ EN VENEZUELA
En Venezuela, la fiesta es mayúscula por todos los estados del país donde narrar historias es una pasión cotidiana y llena de excelente humor. Hay semillas de historias por todas partes; cuenteros, cacheros, cronistas orales, cuentahistorias, fabuladores, narradores de cuentos por emisoras radiales. En fin, es una magia que revela la necesidad inmensa de acercarme a ti, a través de la tradición oral.
